A veces da por divagar,
cuando se abandona el temor al extravío.
En el divague nacen canciones;
el orden del desorden…
Allí me encuentro conmigo
y me descubro un poco más cada vez.
Allí soñamos historias
y tejemos disparejos versos;
del sinsentido al buen sentido,
sin la intención de ser común.
Definimos lo viejo con lo nuevo
y viceversa.
Expandimos el territorio:
rayamos en la fantasía,
en la ficción;
para sumarle color a esta vida,
para disfrutar un poco el caos que nos rodea.
Para luego sin querer,
volverme al consciente
y regresar al orden de los días,
del tiempo y la rutina.