De niños solíamos buscarle formas a las nubes,
tendíamos a mirar un poco más allá de nosotros.
Entramos en años y la mirada se torna gris y egoísta
como nubes ya cargadas que impiden el paso de la luz.
Volvamos la mirada hacia afuera,
aún quedan atardeceres con nubes coloridas
afectadas hermosamente por algunos rayos de sol.
Seamos como nubes;
esos pedazos de cielo que suelen caer sobre nosotros como gotas,
como pequeñas y quebradas gotas de agua.
Volvamos a ser como nubes y destilemos sobre los otros;
quebremos nuestro estrecho y propio mundo,
permitamos el paso de la luz
y refresquemos a los seres que nos rodean.