Si te veo de lejos o te veo de cerca
no importa,
me hace bien el simple hecho de verte.
Porque sé que estás ahí,
que aún existes;
que puedo suplicar que te acerques si te has alejado,
porque puedo acariciarte y sentirte si es que decides acercarte…
Porque puedo levantar el teléfono
y escuchar aunque sea tu voz en la contestadora.
Porque puedo poner a un lado mi orgullo
y reconocer que insistí en ser un necio
por demasiado tiempo.
Porque puedo dejarte algunas flores sobre la mesa…
Por si acaso regresas.