El presente se vio amenazado con el extraño deseo de no estar; queriendo evocar o tal vez ser trasladado a algún otro tiempo, si fuese posible, a un espacio producto de la imaginación; de alguna especie de predicción, o de alguna posibilidad inexistente.
Y este extraño deseo surge porque él quiere ver si de esa manera puede entender a aquellas tristes criaturas que observa todo el tiempo, tan de cerca y con mucho detenimiento. Y cansado ya de mirar a esas pobres criaturas desgastadas por sus rutinas inacabables, que se agobian la vida pensando siempre en lo que pueden llegar a ser, en lo que puede pasar, o en lo tan felices que estuvieran si las cosas fueran de esta u otra manera; o simplemente detenidos en aquellos días mejores, ya olvidados en calendarios viejos, con fechas que parecen extrañas cuando se leen; cansado de esto y de otras cosas más, deseó no estar. No necesariamente por no ser tan aceptado y querido como los otros… o tal vez esa fue la razón.