Él era todo calma antes de aquella lluvia repentina; un callado manantial. Manso, una bestia en estado de reposo.
Ahora lo ves dominado por el enojo, lleno de tanta fuerza y furia; capaz de llevar consigo todo cuanto cruce su camino.
Lo puedes escuchar rugir cual león. Amenazando a todo ser que intente traspasar sus revolcadas aguas, ya oscurecidas por el agresivo recorrer de su viejo camino marcado con huellas extrañas.
¿Quién se atreve a invadir su territorio mientras lo alimenta el gigante de la montaña? Su torrente impetuoso, ¿quién lo mira sin sentir espanto?
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