como quien se despide de un pasajero que aborda un tren y desde la estación mueve la mano de un lado a otro pensando en si se debe estar pensando en decir adiós o mejor hasta pronto acariciando cierta esperanza pero sin saber nada absolutamente nada solo sintiendo que te están apretando las vísceras y que no sabes qué sentir porque yo mismo ahora mismo no sé lo que siento ni siquiera sé si debo estar pensando en todo esto o diciéndole adiós o tal vez te amo o te voy a extrañar no debiste haberte ido regresa y cosas como esas pero se sigue yendo y cada vez está más allá que acá y la distancia apesta o pesa o duele porque nadie quiere la distancia cuando se puede estar tan cerca cuando se quiere estar tan cerca y que importa ahora ya se fue ahora lo que queda es extrañar esperar desear que regrese desearlo solamente y tener algo de esperanza pero la esperanza se cansa con el tiempo y ya no quiero esperar aunque se acaba de ir y yo aquí como un tonto sigo moviendo la mano de un lado a otro sin decir nada ni adiós o vuelve pronto y esas cosas que uno dice cuando se despide de la gente que ama
Autor: Jonathan Vizcarrondo
Me dedico a divagar entre relatos y poesías. De vez en cuando persigo a uno que otro conejito. -Me automedico: escribo-.
La hilera de un sueño
Florecitas plantadas en un verde tiesto,
como el musgo, que crece,
por la humedad de la constante lluvia
y la lenta soledad del tiempo.
Como el caracol, que se arrastra sin prisa,
y no es que carezca de impaciencia,
pues está condenado a echarse el tiempo
sobre su concha.
El día declina
como hombre que se agacha
y se acomoda sobre su lecho,
aunque no de muerte aún,
sino de un cansancio
que el tiempo le arrebata.
Como ladrón oscurecido en la sombra,
que con garras de bestia
violenta el espacio
que un otro pensó muy suyo.
¿Por cuánto tiempo?
Ese raro momento
Ese raro momento... flotan los dedos, casi no los alcanza el pensamiento. No interrumpas, razón; no sé si puedas con esto. Buscas con afán un sentido que se escapa de ti, y de mí. Corres tan de prisa, y de prisa busco escapar de tu intento de ponerle freno a las palabras precisas que dan forma a un verso que se muestra en tu ausencia. Ese raro momento... descubro que escucho en silencio, o más bien creo que siento un ritmo que va o que viene; no sé. Me detengo, froto mis ojos, estiro los dedos. No busco un verso, no busco rima; siento que persigo o que soy perseguido tal vez. Sí, a veces siento que soy la presa, y escribo porque no puedo hacer otra cosa. Porque cuando escribo voy llenando, cazando; o me voy vaciando y siendo cazado.
Tú estás aquí y yo contigo
Para qué buscar entender esto, querida mía; blanca lucesita de mi alma. Suspiro que se me escapa después de una larga jornada. Cielito de un azul inesperado. Te rodeo con mis brazos si hace frío, tú te recuestas de mi hombro. Caminamos de la mano, y el mundo se hace tan pequeño. Las hojas caen más despacio, el desierto se hace una vereda que ilumina un vivo jardín. Y para qué buscarle sentido a todo esto. Tú estás aquí y yo contigo; eso es lo que importa. Si alguien le quiere poner alguna etiqueta y llamarle amor (o como quieran llamarle), pues que así sea; a mí me da lo mismo.
Estado del paciente
Síntomas: desvarío, sueños sin sentido aparente; maripositas y conejitos, etc.
Posible causa: Sobredosis de Literatura (demasiada ficción).
Tipo de narcóticos: una extensa novela (sin mención de nombres por asuntos editoriales, etc.), incesante repetición de unos cuantos relatos cortos; escritura a puño y letra en las paredes entre dormido y despierto; mucho café con leche.
*El médico recomienda, no manda, sino que recomienda abandonar la literatura y el café, o el paciente acabará perdiendo por completo la cordura.