Él era todo calma antes de aquella lluvia repentina;
un callado manantial.
Manso, una bestia en estado de reposo.
Ahora lo ves dominado por el enojo,
lleno de tanta fuerza y furia;
capaz de llevar consigo
todo cuanto cruce su camino.
Lo puedes escuchar rugir cual león.
Amenazando a todo ser
que intente traspasar sus revolcadas aguas,
ya oscurecidas por el agresivo recorrer
de su viejo camino
marcado con huellas extrañas.
¿Quién se atreve a invadir su territorio
mientras lo alimenta el gigante de la montaña?
Su torrente impetuoso, ¿quién lo mira sin sentir espanto?
Categoría: Poesía
Siento frío
Despierto y siento frío.
"La ventana tiene que estar abierta",
me dije.
Sí, está abierta,
pero es pleno verano.
Siento frío.
Esa sensación de invierno en los huesos.
Tengo la piel de gallina
y el sudor me invade la espalda: ¿Escalofríos?
¿Y qué cosa es esa?
Despierto, sí, vuelvo a despertar.
Parece que estuve soñando; o tal vez no.
Me pareció haber sentido frío.
"Tiene que ser el termostato",
me dije.
Cuando pienso esto, despierto.
Cuando despierto,
el invierno está adentro,
la ventana está abierta
y siento frío.
¿Y a quién preguntarle?
¿Qué sientes?
Despierto y aún siento frío.
Autómata
Desprovisto de vida propia. Monigote de un aparato electrónico que mantiene a un "homo-sapiens" atontado y vanamente entretenido. Puede estar sentado en manada cerca de unos cuantos otros, como bisontes, y aun así no haber comunicación alguna. Más bien parece un tipo de conversación interna: se puede ver la expresión de unas pocas y raras muecas, se puede escuchar algunos breves murmullos, semejante a las vacas que rumian su alimento. Pero como autómatas, estos "homo-sapiens" vuelven a masticar una y otra vez la porquería que ingieren a través de "las redes sociales". Un 90% es basura; hace falta un buen colador. De repente se escucha en voz alta alguno que otro corto texto (si es que resulta gracioso) de esas cosas que le llaman "memes de internet", (la mayoría caen en la categoría de estupidez). ¿Y quién soy yo para hablar así? Soy ese que está sentado a tu lado, y al igual que tú, mirando perplejamente hacia la pantalla de un aparato dominante. ¿Y quién se escapa de esto?
Adam
Fui formado del barro: del agua, y de esa tierra rojiza como el fuego. Moldeado, como vasija en manos de alfarero. Fui dotado de vida con el soplo de SU aliento. Llegué a ser un ser con una vida más elevada que la vida animal, aunque un poco menor que los ángeles. Fui hecho, de alguna manera que sobrepasa mi entendimiento, semejante (en no pocas cosas asombrosas) a mi Creador. Con capacidad de expresar amor, y sentir afecto; de planificar mediante la reflexión y ejecutar decisiones de acuerdo a conclusiones. Di nombre a cada ser viviente, criaturas que fueron sujetas a mi cuidado. Cada quien estaba con un otro; cada dos, en pareja; perfectamente complementados. Pero en mí permanecía aún aquella costilla, de la cual ella fue tomada; y al verla venir, en detallada y hermosa figura, y después de un profundo sueño, exclamé con nuevo asombro: ¡Esta es carne de mi carne, y hueso de mis huesos!
Somos un brevísimo instante
¿Y si todo durase lo que el aire en los pulmones?
Y si el tiempo deja de ser esa cosa incómoda,
flotante,
indescriptible,
que hace pesada la memoria;
y que provoca una ansiedad mentirosa y vana
de un mañana ilusorio,
y empapado de miedos
por un falso pronóstico de lluvia.
Entonces dejaríamos de ser,
o de seguir siendo (porque no somos seres inmutables),
porque nunca estamos completos en nosotros mismos.
Porque vamos siendo resultado.
Somos eso en que nos vamos convirtiendo,
que se encuentra siempre en movimiento
(como los caracoles, como el viento,
como la marea del mar que no conoce descanso);
entre lo que conocemos y lo que ignoramos,
entre lo que recordamos y lo que añoramos.
Vamos siendo ese espacio instantáneo,
impreciso,
entre lo que fue y lo que puede ser.
No somos ni ayer ni somos mañana,
pero somos eso que queda entre medio.
Este preciso instante,
este segundo, eso somos;
un brevísimo instante entre dos tiempos
in-habitables,
in-tocables,
in-editables.