Había un bosque a varios minutos de la “casa grande” –así solían llamarle las hermanas a la casa en que vivían. Aquel bosque había provocado su curiosidad. Durante el día se podía escuchar el canto de distintas aves: loros, tucanes, cucos, colibríes. Se podía contemplar la variedad de colores en las flores, y la variedad de tamaños y formas en los árboles.
El día de su aventura dentro de aquel fascinante bosque (donde el tiempo pareció haberse detenido) las hermanas habían estado ayudando a su madre en el cuidado del jardín. Se habían detenido a observar a un racimo de mariposas que no solían verse muy a menudo. Parecían pequeños espejos reflejando la luz del sol. En un día como aquel, soleado, cielos despejados, era imposible retirar la vista de aquellas azuladas luces parpadeantes. Sigue leyendo «El fascinante mundo de las bellas artes»