La lectura es combustible para la escritura

Esta mañana, leyendo la Epístola del Apóstol Pablo a los Romanos, que se encuentra en el más grande libro que jamás ser humano haya leído (la Biblia), partí de una de las grandes verdades del primer capítulo para perseguir a cierto personaje. Luego vi que este personaje necesita comprender esa verdad. Por su dureza de corazón se le va a hacer duro aceptar… te comparto el comienzo de este desarrollo; es nada más que una idea un poco alargada, cuando encuentre el camino de la historia (si es que lo encuentro) la comparto entera.


“No tienes excusa. Dios se ha hecho evidente: tanto en tu propia consciencia como en las maravillosas obras de la creación, se muestran claramente Sus atributos invisibles, Su gran poder y la realidad palpable de Su existencia. Suficiente para que reconozcas que es a Él a quien debes la honra y la acción de gracias”. Después de escuchar en sueños estas palabras, despertó sacudiéndose la fila de hormigas que trotaba en línea sobre su brazo. Le había cogido la noche en medio de quién sabe dónde. Tal vez era un bosque, un pantano, un pastizal. Miró a todos lados pensando en continuar con su viaje, sin saber qué dirección tomar. Su mente estaba muy despierta, las palabras del sueño volvían a repetirse como una melodía en su cabeza. Pasó ligeramente la lengua por sus labios ásperos. Pensó: «cuánto tiempo llevo aquí».

Habían pasado tres días desde que el autobús turístico fue asaltado por una tribu, tal vez caníbales, o simplemente gente que había decidido vivir de los recursos naturales sin ser procesados por hombres ambiciosos. La existencia de esta tribu, hasta ahora, era desconocida. ¿Era él un turista, o, era uno de los miembros de esa tribu?: sus ropas estaban despedazadas. Tenía la sensación de saber lo que debía hacer, pero no había sido doblegado lo suficiente como para hacer caso a ese profundo sentir en su interior.

Leyendo y escuchando literatura

El que escribe sabe que debe leer mucho (y leer de todo); hoy tenemos la ventaja de que podemos escuchar cuentos narrados (o cualquier tipo de audio libro) mientras estamos haciendo otras cosas (momentos en que lamentablemente no podemos estar tranquilos y rebosando del sano y delicioso ocio que es la lectura).

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A duelo con la gotera

Bendita la santa gotera en la cocina, que revienta el tan celestial silencio con la fuerza de velocidad que el espacio entre el caño y el aluminio le permite. Produce un sonido tan hondo y tan constante que por más que trato de olvidarlo se me interpone, cual intruso, entre el pensamiento, la escritura o la lectura; tanto así, que me vuelvo todo a ella hasta odiarla y querer arrancarla para siempre. Sigue leyendo «A duelo con la gotera»

La carta

La oficina estaba desbordada de correspondencia, el aire invadido por un dulce aroma entre manuscritos y café. Con el tiempo se vio en la necesidad de dividir su calendario de lecturas entre sus viejos libros y las cartas de sus tan amados lectores.

Pero aquella sublime carta removió de raíz su rutina, renovó su dirección de pensamiento y perfumó con delicadeza su escritura. Sigue leyendo «La carta»