Un cambio de ambiente

Hoy es 25 de agosto, son las 4:40 am (fecha en que escribí esta entrada). Ayer estuve ocupado con muchas cosas (necesarias e importantes) y no tomé el tiempo de sentarme a escribirte; ahora lo hago.

Una de las cosas que sí pude hacer (y siempre lo disfruto demasiado) fue dar una caminata por el parque, cerca del camino que recorre el río (esto me recuerda un verso de Horacio Quiroga, del cual Borges hace mención en una conferencia sobre la poesía, que dice, «Un viento frío sopla del lado del río«). Esta vez (el río) no gozaba de la misma calma de siempre; había llovido toda la noche anterior y el río se veía enojado (la impresión que me causó me llevó a escribir este poema: ⇾ Crecida).

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Crecida

Él era todo calma antes de aquella lluvia repentina;
un callado manantial.
Manso, una bestia en estado de reposo.

Ahora lo ves dominado por el enojo,
lleno de tanta fuerza y furia;
capaz de llevar consigo
todo cuanto cruce su camino.

Lo puedes escuchar rugir cual león.
Amenazando a todo ser
que intente traspasar sus revolcadas aguas,
ya oscurecidas por el agresivo recorrer
de su viejo camino
marcado con huellas extrañas.

¿Quién se atreve a invadir su territorio
mientras lo alimenta el gigante de la montaña?
Su torrente impetuoso, ¿quién lo mira sin sentir espanto?