Fui atraído por su aroma en tiempos donde ese tipo de olor escaseaba. Emprendí una búsqueda hasta encontrarla; me esforcé lo suficiente hasta alcanzarla y tenerla. Una vez en mi posesión, ya no necesitaba hacer más –pensaba yo. Pero la perdí de vista, la descuidé. Me creí haber ganado y bajé la guardia. En mi descuido, entró otro, y yo no estaba apercibido. No era necesariamente más fuerte que yo, o más inteligente; entró y se apropió de lo que pensaba que ya era mío.